¿Tu también crees que no se puede ser demócrata y estar a favor del derecho a decidir?
Kaixo Arantza,
En la carrera estudié que sobre el concepto de democracia existen múltiples acepciones, escuelas y corrientes que ponen el acento en cuestiones tales como el gobierno de la mayoría con el respeto de la minoría; cuestiones de equidad y cohesión social que salvaguarden la igualdad de oportunidades; o el respeto al Estado de Derecho, a la separación de poderes y al imperio de la Ley.
En los últimos tiempos proliferan lecturas reduccionistas sobre la democracia, hechas única y exclusivamente para apuntalar estrategias políticas legítimas, pero interesadas y de parte. Hay quien, como el PP de Rajoy, desde una visión carpetovetónica de la democracia limita ésta al cumplimiento estricto de la Ley, convirtiendo los marcos jurídicos no en instrumentos para la convivencia sino en fines en sí mismos.
Por otro lado, desde una visión de la pura agitación emocional, el nacionalismo reduce en ocasiones el concepto de democracia al mero ejercicio de votar. Votar, así en abstracto, concentraría la esencia misma del derecho a decidir nuestro futuro colectivo, según esta visión. Yo creo que esta visión ignora, deliberadamente o no, que el proceso de globalización ha traído consigo una atomización de la soberanía en múltiples ámbitos y grupos de poder que superan el concepto de Estado-Nación concebido en el XIX. Y que ni siquiera las naciones erigidas en Estado deciden a diario su futuro, ni mucho menos.
Yo creo que la democracia son ambas cosas y muchas más. Entre ellas, una actitud vigilante y proactiva por su reinvención y profundización. En primer lugar porque las leyes deben servir para establecer los límites en los que tiene lugar el espacio de convivencia, y no tornarse en muros de contención de la voluntad ciudadana. Y en segundo, porque las democracias maduras son capaces de someter a refrendo popular proyectos integradores que sean la resultante de un ejercicio de síntesis de las diferentes tradiciones políticas que se dan cita en una sociedad. ¿O es que se renuncia de antemano a intentar encontrar un proyecto de convivencia para los próximos 30 años que permita dar cauce a expresiones nacionales y a la gestión compartida de la soberanía?
En resumen, en mi opinión el derecho a la independencia es una operación que tiene que ver con la agenda política del secesionismo -ni más ni menos, con todo lo que eso supone-, y no un elemento constitutivo ni consustancial de la democracia. Si así fuese, todos los estados democráticos se verían comprometidos a preguntar a sus regiones periódicamente sobre este tipo de procesos. Pero es evidente al mismo tiempo, que la política y la negociación deben jugar un papel esencial para profundizar en la democracia y encontrar cauces por los que puedan discurrir proyectos de convivencia y de gestión compartida de la soberanía.
Compartir