¿Un gobierno no tiene herramientas suficientes para que nadie se quede sin casas?
Sin duda se trata de una buena pregunta. La Constitución consagra el derecho a la vivienda y el derecho al empleo, por ejemplo. Hay constitucionalistas que apuestan hoy por hoy por Cartas Magnas más garantistas (como el italiano Luigi Ferrajoli). Lo cierto es que la vivienda debería regularse sola, a través de la oferta y la demanda, con la intervención de las administraciones públicas para promover el acceso a la vivienda mediante políticas específicas de suelo y de construcción de VPO, por ejemplo. Pero la crisis financiera se ha llevado el modelo por delante.
Es interesante reflexionar sobre lo ocurrido. Por una parte, el mercado de vivienda libre se disparó de la mano del crédito fácil y barato, de las tasaciones infladas, de la agresiva política comercial de las entidades financieras, y del propio aumento de la demanda, fuese para vivienda habitual (gracias a la creación de nuevas familias, a la emancipación de los jóvenes o a la inmigración), o fuese para segunda residencia, o como activo donde destinar el ahorro. Así que se construyeron miles de viviendas de renta libre.
Y por otra parte, muchas administraciones públicas también pusieron en marcha políticas de vivienda protegida, que por fin dejaron de tener el estigma de las viviendas sociales de toda la vida, ya que sirvieron sobre todo para que muchos jóvenes (solos o en pareja) tuvieran acceso a su primera vivienda.
De repente, las viviendas de renta libre dejaron de venderse, y los demandantes de viviendas protegida dejaron de poder acceder al crédito para pagarlas. Hubo un intento de destinar la vivienda protegida en propiedad a vivienda protegida en régimen de alquiler, pero casi no ha funcionado. Y nos encontramos con un stock de 800.000 viviendas vacías (que ya se ha reducido a la mitad), con miles de familias desahuciadas y otras tantas sin poder acceder a una vivienda a una edad razonable.
Recetas para combatir esto: recuperación económica para volver a aumentar la demanda, bajada de precios de la vivienda, se ha paralizado la promoción de VPO, y las políticas de vivienda apuestan hoy por hoy por el alquiler.
Una respuesta al puzzle de la vivienda (viviendas vacías con familias sin hogar) requiere de un gran golpe de timón en la política económica, va más allá de la política de vivienda. Un escenario económico de precariedad laboral, bajos salarios, desempleo juvenil altísimo y emigración, es hoy por hoy un desastre de cara a solucionar este problema. Pero mientras la Comisión Europea siga exigiendo ajustes y austeridad, muy poco se puede hacer.
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