Gestión para, por y desde la gente, y no por intereses partidistas
Partimos de que el patrimonio debe optimizarse al máximo y gestionarse de forma que repercuta su excedente, si lo hubiera, en el mantenimiento y puesta en valor del resto del patrimonio que no genera beneficios de por sí, pero no por ello se debe dejar morir.
Por ejemplo, la semana que viene llevamos a Pleno la propuesta de que no se lleve a cabo el proyecto “Atrio” en la Alhambra que supondría mínimo 45 millones de euros. Nos parece una infraestructura fuera de lugar dada la situación actual. Proponemos que el dinero que genere la Alhambra, que por Ley se debe destinar a Patrimonio, se invierta en el patrimonio de la ciudad, tan dejado (Albayzín, Realejo, etc). Ya se llevó a cabo con dinero del Patronato de la Alhambra, por ejemplo, la restauración de la red de miradores del Albayzín.
Queremos resaltar que si bien entendemos que el Ayuntamiento debiera tener más peso en el Patronato, no es cierto lo que se dice de que la Alhambra se gestiona desde Sevilla y que los beneficios no repercuten en la ciudad. Lo que sí es cierto y hace que Granada y su monumento más importante no estén “en sintonía”, es que los viejos partidos que han gobernado en la ciudad y en la Junta de Andalucía, lejos de entender la política como la herramienta que soluciona los problemas de la gente y no que los provoca o potencia, han gestionado la ciudad y su monumento con intereses partidistas. En vez de ponerse de acuerdo para remar juntos en la misma dirección, convierten en perverso y vacuo espectáculo los continuos enfrentamientos.
En cuanto a la gestión de la estación de esquí, igualmente el mayor problema está en la percepción de la política como instrumento partidista en este caso de la Junta de Andalucía. Por tanto entendemos que no es tanto quién gestiona qué, sino cómo se hace esa gestión y por qué: si realmente quien gestiona tiene claro que su primer y último objetivo es la mejor gestión posible de lo público (por , para y desde la gente), los muchos problemas que se dan a día de hoy, sencillamente no existirían.
Es decir, se impone un cambio a la hora de gestionar, de vivir y desarrollar la política. Este es el verdadero origen de la mayoría de los problemas actuales: de gestión y no tanto qué entidad concreta es quien lo gestiona. A esto se le suma que el clientelismo y el enchufismo se va acabar sí o sí y no vamos a permitir que continúe campando a sus anchas en ningún ente público como viene sucediendo actualmente, más concretamente en las empresas públicas donde el control del acceso por mérito, capacidad e igualdad de oportunidades brilla por su ausencia.
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