¿Por qué no se habla en los medios del gas Radón?
Muchas gracias por la pregunta. Efectivamente, los riesgos del gas radón son importantes y desconocidos.
El gas radón no huele, es invisible y sus efectos sólo se ven a largo plazo. Sin embargo, estos efectos son importantes y en muchos casos graves para la salud.
El radón se crea por la descomposición del radio y del uranio lo que ocurre de forma natural en suelos y rocas, acumulándose eventualmente en el aire a niveles que pueden presentar una amenaza seria para la salud. El radón es un gas radioactivo y se desintegra en los descendientes, que vuelven a ser sólidos, se pegan a las partículas de polvo que hay en el aire y de esta forma pueden terminar acumulándose en los pulmones.
La acumulación en domicilios del gas radioactivo multiplica por siete el riesgo de cáncer de pulmón, una enfermedad que mata cada año a casi 20.000 personas en España. El gas radón es la segunda causa de muerte por cáncer de pulmón, es responsable de entre el 3 y el 14% de este tipo de cánceres en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las probabilidades de que el radón cause cáncer pulmonar a los fumadores son aún más grandes, es un efecto sinérgico, algunos autores consideran que este gas multiplica por 6,6 veces la probabilidad de contraer cáncer de pulmón. El radón es también la causa principal de neoplasia maligna a quienes no fuman. El Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (OMS) clasificó el gas radón como cancerígeno humano en 1988. Podríamos considerar que un no fumador ubicado en un entorno de presencia de gas radón con límites superiores a lo marcado como mínimo recomendable por la OMS tendría una afección similar a la producida en una persona fumadora de dos paquetes de tabaco.
Cuanto más baja es la concentración de radón en una vivienda, menor es el riesgo; sin embargo, no se conoce un umbral por debajo del cual la exposición a este gas no entrañe riesgo. Las medidas de precaución y prevención tienden a reducir a niveles bajos o muy bajos la presencia y acumulación de este gas en espacios cerrados, logrando reducir la probabilidad no así la posibilidad de afectar a la salud.
La concentración de radón en una vivienda depende de múltiples factores. El primer factor seria el tipo de suelo; en efecto, la concentración del radón depende especialmente de la presencia en el suelo de uranio y de radio, pero también de la porosidad del suelo. En segundo lugar, la elección de los materiales de construcción es un factor importante: algunos materiales de construcción dejan pasar el gas radón con facilidad del suelo al interior del espacio constructivo. Así las paredes con grietas o los pequeños poros que presentan las paredes construidas con bloques de hormigón huecos son pequeñas aberturas que dejan el gas entrar en las viviendas.
La concentración de radón en las viviendas es el principal problema, porque es el hecho de estar en contacto con el radón a largo plazo, de respirarlo con frecuencia que hace de este gas sea la segunda causa de cáncer de pulmón.
Así, la mayoría de las posibilidades de penetración del radón en una casa depende en primer lugar del aislamiento de ésta con respecto al suelo. Por eso, las medidas correctivas que se puede tomar para impedir la penetración del gas radón en las viviendas tienen como meta reforzar el aislamiento de la casa. Por ejemplo, una medida sencilla es el sellamiento del suelo de la casa para luchar contra el radón. Otra solución está en la reducción o la eliminación de la diferencia de presión entre el gas en la casa y el gas en el suelo. En efecto, la diferencia de presión crea una aspiración del radón desde el suelo hasta la casa. Y si estas soluciones no funcionan, se puede intentar a eliminar el radón una vez que entró en la casa, especialmente con la ventilación natural y/o mecánica.
Existen varias medidas, que se debe elegir en función del tipo de casa y del nivel del radón. Así, para las casas con suelos sólidos, la forma la más efectiva para reducir el radón en las viviendas es la extracción del radón debajo del suelo con cárter de radón alimentado con un pequeño ventilador eléctrico. Con suelos suspendidos, mejorar la ventilación debajo del suelo con ladrillo de limo o eventualmente con un ventilador basta para reducir el nivel del gas. Pero, estas medidas pueden necesitar modificaciones constructivas y en consecuencia tener un coste económico.
Al tiempo, el radón se encuentra también en las aguas subterráneas. Cuando se utiliza agua de captación subterránea o se trata esta en una estación depuradora cerrada se incrementa de forma indudable el riesgo para la salud. Los estudios hasta el momento a nivel de los distintos organismos internacionales interesados en este tema se han centrado más en las concentraciones en el aire que en la presencia en agua y alimentos.
Las zonas de riesgos en España son las zonas donde las viviendas son edificadas en zonas montañosas y ricas en uranio, como Galicia o dentro de la Comunidad de Madrid en la Sierra de Guadarrama. En este sentido, todo el tercio norte peninsular, y sobre todo Galicia, amplias zonas de Extremadura y Castilla y León (sobre todo Salamanca) y la Sierra de Guadarrama ocupan terrenos de "estirpe granítica", un tipo de roca rica en uranio y, por tanto, propicio para las emisiones de radón.
Existe una regulación desde 2001 a través de un Real Decreto (RD 783/2001 y modificado por el RD 1439/2010) referida a la exposición al gas en puestos de trabajo, incidiendo con mayor frecuencia en trabajadores de túneles, cuevas turísticas o balnearios. Y en Galicia, donde los riesgos son mayores, existen unas normas de habitabilidad.
Pero no es suficiente. La OMS recomienda un nivel de referencia de sólo 100 bq/m3 para minimizar los riesgos sanitarios asociados a la exposición a este gas radiactivo. Como excepción se fija como nivel máximo recomendado los 300 bq/m3. Así, muchos países han tomado como punto de referencia una concentración de radón en el aire en interiores de 200 a 400 becquerelios por metro cúbico (bq/m3), por encima de la cual se deben aplicar una serie de medidas de mitigación.
Según estudios publicados de distintas entidades profesionales y universitarias, las modificaciones en los espacios cerrados que lo requirieran podrían tener un coste que se ubicaría en una franja entre los 600 euros en viviendas de nueva construcción y los 1.500 euros en los ya construidos.
Este problema y sus sencillas propuestas no son conocidas por la dificultad de trasladar de forma didáctica y clara este asunto. Los medios son un reflejo de los intereses de la población.
Muchas gracias.
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