Apreciado Martin,

Sin duda la lengua es uno de los elementos que mejor definen la identidad de una nación, junto con su historia y a su cultura. Seguir protegiendo el catalán como idioma propio en los momentos más oscuros de nuestra historia reciente, consiguiendo su pervivencia, ha resultado crucial para mantener nuestra identidad. Pero no creo que debamos atribuir a ese hecho el peso del movimiento surgido en Catalunya en estos últimos años. No son pocos los catalanes, que tienen el castellano como lengua vehicular, que se sienten catalanes como el que más, y que se ven poco representados por el gobierno del Estado, ya sea por la poca sensibilidad mostrada o por los ataques en toda regla sufridos por Catalunya en los últimos años.

Ayer, en Barcelona, salieron a la calle 1.800.000 personas. Una manifestación de ese calibre, a nivel de España, equivaldría a sacar a la calle 12 millones de personas. Si eso sucediera, al margen de cual fuera su reivindicación, ¿el presidente Rajoy se quedaría sentado en su despacho sin más? Quiero pensar que no sería así.

Cabe recordar que no ha sido el president Mas quien ha iniciado este proceso en Catalunya. El gobierno catalán, simplemente, se ha limitado a dar respuesta a un movimiento ciudadano que se dejó escuchar por primera vez el 11 de septiembre de 2012 y que, desde entonces, no ha dejado de crecer.

La lengua es importante, sí. Pero lo es más aún, si cabe, la voluntad de los ciudadanos de Catalunya, sea cual sea su lengua, sea cual sea su origen.