No debería serlo
El problema fundamental de la corrupción en nuestro país es que forma parte del modelo económico y político: hay miles de millones de euros que podrían contribuir a salir de la crisis y se han desviado a los bolsillos de grandes empresarios para obras y actuaciones innecesarias.
La clave no está en castigos más severos y ejemplares a cada corrupto, sino en arbitrar un sistema de prevención y transparencia que impida que se mantenga un modelo en el que los partidos no han estado al servicio de la mayoría social, sino de intereses particulares.
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