Es incierto que la dispersión imposibilite el acceso a la cultura. Los presos tienen garantizado su acceso a los estudios universitarios a partir de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Los presos, como cualquier persona tienen iniciativa propia en materia cultural. Tienen acceso a libros y documentación a través de las bibliotecas y centros de documentación de las prisiones. Pueden contactar con familiares, amigos y organizaciones que les nutren de medios educativos y culturales. Son muchos los ejemplos de presos que en distintos lugares y residencias penitenciarias han completado estudios, escrito libros o se han cultivado culturalmente. Independientemente del lugar de origen, como dice la pregunta, que nunca ha sido obstáculo para el desarrollo intelectual o cultural.

Las políticas de dispersión de presos terroristas ligados a bandas armadas, como la española, han sido avaladas por la normativa internacional y en ningún caso han sido impugnadas por ilegales o, mucho menos, contrarias a los DD.HH.  Han cumplido un fin democrático y de orden público perfectamente compatible con la defensa de los derechos humanos de los terroristas penados y encarcelados. Los jueces preservan los derechos de las personas presas. Y ellos mismos y sus actuaciones  están sometidos a control político y judicial.

Son perfectamente complementarios el artículo 25.2 y 10.2 a los que la pregunta se refiere. El acceso a la cultura no hay que ligarlo a la proximidad al origen de las personas sino a su interés y capacidad de aprendizaje, a los medios de los que se pueden disponer para ello y al valor que el propio preso le dé a la cultura y al desarrollo intelectual, cuestión estrictamente personal y garantizada por el sistema.