¿Es posible que la región leonesa y Castilla tengan su propia Comunidad Autónoma?
Hola Juan,
creo que se puede revisar el mapa autonómico, y que probablemente se hará en la reforma constitucional que proponemos. El actual es insostenible, en parte porque hay demasiadas CCAA con la administración pública de una gran entidad federada, pero una población o economía insuficientes para mantenerla, un gran territorio o ambas cosas, como ocurre en Castilla-León. El Estado de las Autonomías depende en realidad, para funcionar, de que el Estado central reparta recursos y se haga cargo de las deudas autonómicas. Y ese sistema no tiene futuro, para comenzar porque el Estado central se ha quedado sin ingresos. Por eso proponemos un Estado federal viable, donde las CCAA tengan sus competencias y se financien con sus propios impuestos, y el Estado las suyas, incluyendo educación, sanidad y justicia (la gestión puede y debe ser descentralizada parcial o totalmente, pero la competencia legislativa, no).
Las dos comunidades "castellanas" son sin duda candidatas evidentes a la fusión, solas o con Madrid e incluso con otras CCAA que pudieran estar interesadas en compartir recursos en vez de deudas, como Extremadura, Cantabria, Murcia o La Rioja. Pero también es posible que La Rioja tuviera más interés en unirse a Aragón o Navarra. Esta última, por lo demás, es una comunidad de gran tradición pero con notables diferencias entre un norte vasco y un sur (la Ribera) muy del Valle del Ebro. Y así con todas las demás combinaciones que se nos ocurran: todas tienen ventajas e inconvenientes. Pocas comunidades de las actuales tienen masa suficiente (territorio, población, economía) para un autogobierno viable con muchas competencias, como el modelo actual: Andalucía (con graves problemas de paro y pobreza), Cataluña y, paradójicamente, Madrid.
Podríamos ir a un modelo como el pensado en la II República, que no preveía extender el autogobierno a todas las regiones, sino solamente a las más diferenciadas: Cataluña, País Vasco y Navarra (solas o unidas), Galicia, y quizás Andalucía y los archipiélagos canario y balear. También podría ser la base de un modelo federal organizado en una gran comunidad central -quizás con subcomunidades con cierta autonomía en su interior- y varias periféricas, aunque seguramente tampoco gustaría a nacionalistas, regionalistas ni centralistas. Esto en sí no es malo: una buena Constitución nunca puede satisfacer todas las aspiraciones de una corriente ideológica. Los problemas nunca se resuelven por entero y para siempre, solo dejan paso a otros nuevos.
Lo que sí es seguro es que esa reorganizacion del territorio y del mapa autonómico no puede fundarse en razones de tipo historicista ni sentimental, pero tampoco en puramente administrarivas y económicas. Se trata de integrar las afinidades históricas y culturales con criterios de racionalidad administrativa y de economia de escala. Hay que olvidarse de recrear las Coronas o Reinos ibéricos del siglo XV, un objetivo que no tiene el menor sentido en un mundo completamente diferente. No es nada fácil. De lo que muchos estamos seguros es de que el actual Estado de las Autonomías no tiene futuro, pero tampoco un Estado centralizado que ya no existe ni en Francia, donde lo inventaron. Habrá que echar mano de la imaginación, el sentido común y muchas dosis de realismo. Un cóctel que hoy es muy escaso, en comparación con el de nacionalismo, localismo y pasiones centrífugas que tanto daño hacen a la democracia bien entendida: la que se basa en la igualdad y libertad de los ciudadanos, no de los territorios.
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Batu zaitez Osoigora