No se trata de un problema a resolver con una medida aislada, sino de un problema estructural: ocho años de ajustes y austeridad han destruido estructuras básicas del Estado de Bienestar. Y los servicios sociales son una de las estructuras más afectadas.

Sin cambio de rumbo en la política económica, sin reforma fiscal e impulso al modelo productivo para que los salarios puedan sostener el Estado, esta es la situación a la que estamos abocados. Es un problema complejo que requiere una solución integral que no es fácil de aplicar ni se resuelve con proclamas. Hace falta escoger si estamos comprometidos con el Estado de Bienestar o seguimos avanzando hacia la ley de la selva.